Pragmatismo craneoencefálico

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La oferta de contener a migrantes es un mal arreglo, con consecuencias negativas para el futuro inmediato

Donald John Trump y Andrés Manuel López Obrador tienen en común que ambos se encuentran en campaña permanente. Si al mandatario estadounidense le apura obtener el triunfo en las elecciones de 2020, al mexicano le importa mucho el comportamiento de la —veleidosa— opinión pública, de cara a las elecciones intermedias de 2021, en las que sueña volver a aparecer en la boleta como elemento de apoyo a los candidatos por Morena y como elemento para pulsar su eventual reelección, por más que lo niegue y que firme manifiestos ad hoc.

En este contexto, la amenaza de Trump, relativa a imponer aranceles a los productos mexicanos, formó parte de una estrategia en la que se propuso ganar, sin importar los resultados formales de la negociación.

Pragmático como es, López Obrador optó por evitar que la imposición estadounidense se dirimiera a través de los mecanismos para la solución de controversias contemplados en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y que deben respetarse por virtud del principio general del derecho internacional público, establecido en el artículo 27 de la Convención de Viena de 1969, por el cual “los acuerdos entre partes o pactos deben cumplirse” (pacta sunt servanda).

Sin la intermediación jurídica indispensable y lejos de los paneles contemplados en la normativa del derecho internacional para la solución de este tipo de controversias, López Obrador envió a Estados Unidos, a una delegación, encabezada por Marcelo Ebrard Casaubón, con el objetivo de «cabildear» opciones, sin más herramientas que el sometimiento a los dictados del mandatario estadounidense, apostando además a que los propios republicanos rechazaran la medida de Tromp, por así convenir a sus intereses económicos.

Sabedor del repudio más o menos generalizado que existe en México hacia los migrantes que pretenden llegar a Estados Unidos —particularmente en los estados del Sur—, López Obrador optó por su abierta contención, mediante el envío de 6 mil elementos de la Guardia Nacional, que se sumarán a las tropas estadounidenses aceptadas por el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, que en conjunto buscan evitar el paso de quienes huyen de sus países de origen por causas como la pobreza y la violencia.

Más allá de que su determinación de cooperar con Donald Trump traiciona su promesa de campaña de apoyar a los migrantes, López Obrador enfrentará los señalamientos de organizaciones dedicadas a su protección y a la de los derechos humanos en general, pues no sólo vulnera principios establecidos en el artículo 1o. constitucional, sino también preceptos contenidos en diversos tratados internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, entre otros.

En la ecuación de Trump, ni los migrantes, ni los aranceles tienen demasiada importancia. Lo primordial era reiterar su dictado antiinmigrante, en razón de que le representa votos. De paso, logrará que el gobierno mexicano compre productos agrícolas que no tenía contemplados, lo que también le acarrea el beneplácito de sus potenciales electores.

El acuerdo que López Obrador esgrime como triunfo tendrá amplias repercusiones negativas de aquí al proceso electoral estadunidense. En el ámbito de las relaciones entre países, el pragmatismo no es necesariamente la mejor idea.

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