¿Qué es una bruja?
Por Juan Sabino Cruz
SAN MIGUEL CEREZO, Hgo. – En los pueblos mineros de Hidalgo, en México y en el mundo, se conocen leyendas sobre las brujas. Sí, esas que supuestamente chupan la sangre de los niños recién nacidos y no bautizados. Mito o realidad, lo cierto es que hay quienes las relacionan con seres que, en forma de bolas de fuego, se llegan a observar “bailando en los cerros”.
Existe la fiesta de Halloween, también llamada Noche de Brujas. Muchas personas echan a volar su imaginación y se disfrazan con atuendos inspirados en historias de terror y magia. Empero, la pregunta es: ¿Qué es una bruja?
La doctora María Lara Martínez, autora de obras como Pasaporte de Bruja y otras, profundiza sobre el fenómeno de la brujería en la Edad Media y Edad Moderna. Afirma que “bruja”, etimológicamente, quiere decir “mujer sabia”.
Inicialmente, las mujeres descritas como brujas tenían una connotación positiva; eran consideradas curanderas o conocedoras de la naturaleza.
A medida que avanza la Edad Media, es cuando se empieza a demonizar a las brujas. En el siglo XVI, con la Reforma Protestante, surge un cruel tratado que explica cómo identificar y perseguir a una bruja. Así se llega a una persecución feroz y sanguinaria.
Hasta bien entrado el siglo XVI, esta definición tan amplia del delito de brujería hacía complicado delimitar hasta dónde llega la fantasía y dónde empieza lo letal.
¿HAY BRUJAS EN HIDALGO?
Por lo antes mencionado, es una realidad que la leyenda y las prácticas de la brujería vienen de Europa. Probablemente, llegaron a América con la bonanza de la minería y, así, quedaron arraigadas en Hidalgo.
En los setentas, hace por lo menos 50 años, la minera ciudad de Pachuca era pequeña y tenía pésimo alumbrado público. Apenas después de las ocho de la noche, desde el barrio de Santiago se apreciaban entre dos y cuatro bolas de fuego que danzaban en el cerro de San Cristóbal.
Esas esferas se movían rápidamente, subían y bajaban en la montaña, parecían bailar. Lo curioso es que ese aparente fuego jamás quemó la abundante flora seca del lugar.
Ese espectáculo nocturno era recurrente, pero pareciera que a nadie le interesó investigar para dar una respuesta científica. Con el crecimiento de la mancha urbana y la mejora del alumbrado público, dejó de verse el supuesto ritual de las brujas.
Una de las tantas leyendas dice que las brujas olían donde había niños recién nacidos y sin bautizar. Por las noches, los padres ponían las tijeras abiertas en forma de cruz para proteger a las criaturas, pues, de lo contrario, los entes malignos entraban y les chupaban la sangre hasta morir.
A la fecha, jamás he sabido de un infante que haya sido víctima de las brujas. Sin embargo, la leyenda persiste hasta nuestros días, y los padres toman precauciones con las tijeras cuando hay hijos pequeños.
PROTECCIÓN
En el pueblo minero de San Miguel Cerezo, ubicado a escasos diez minutos de Pachuca, todavía se aprecian humildes y antiguas construcciones de sus primeros pobladores. La modernidad eclipsa los vestigios antiguos.
Sin embargo, no se puede borrar totalmente el pasado. Ahí se venera a San Miguel Arcángel. Desde el atrio de su parroquia, sobre unas peñas cercanas al recinto religioso, se observa una pequeña capilla, siempre con coloridos adornos.
Alejandro Cruz Lazcano, uno de los tantos habitantes de San Miguel Cerezo, comentó a El Reportero que existe una leyenda donde se asegura que en ese punto llegaban las brujas, así que algunos habitantes lo veían como un peligro.
Un señor identificado como Guillermo Cortés dice que mandó hacer la capilla con una cruz en lo alto e imágenes de la iglesia católica en el interior. Así, sintieron que conjuraron cualquier peligro.
BRUJAS EN APAN
En el mes de septiembre del año 2012, se cuenta que las bolas de fuego que la gente relaciona con brujas se vieron “bailar” en el cerro de San Pedro, en la cabecera municipal de Apan.
Los testigos que se acercaron a intentar investigar, entre ellos un mando policiaco, dieron a conocer que fue una horrible experiencia. Hay una sensación inexplicable, sintieron que se les erizaba la piel, los perros se mostraban temerosos y aullaban. No pudieron llegar al punto.
Al día siguiente, se formó una comisión de personas decididas a llegar al lugar, pero ese día ya no estuvieron las bolas de fuego. Así que todo sigue siendo un misterio.